Fin de semana en Sevilla – parte 2/2
Buenas viajeros, volvemos al blog con la segunda parte de nuestro viaje de fin de semana a Sevilla, esperamos que os guste.
Día 3:
Volvemos a la plaza del Triunfo para visitar El Alcázar de Sevilla. Como Alcázar, es un conjunto palaciego, que a la vez es fortaleza, propio de las ciudades árabes. Este fue construido en la alta Edad Media, primero como fortaleza o Alcazaba y posteriormente añadiendo las estancias palaciegas en el SXI, siendo actualmente el palacio real en uso más antiguo de Europa.

El palacio conserva elementos islámicos, con estilo principalmente mudéjar, siendo este un estilo propio de la península ibérica desarrollado en los reinos cristianos que previamente habían sido musulmanes, y en los que se emplean elementos, símbolos, estructuras y materiales propios de la cultura árabe, combinados con los estilos europeos. A esta estructura se le añadieron posteriormente modificaciones góticas, renacentistas y barrocas. En la ornamentación se aprecia mucha decoración epigráfica, que emplea las letras combinando contenido y estética, repitiéndose en este caso en la fachada del edificio y en varias estancias el mensaje “El único soberano es Dios (Alá). El verdadero Rey de reyes es Dios. El único Vencedor es Dios”
En época de los Reyes Católicos fue empleado como residencia real, siendo en este palacio donde nacería el heredero al trono, Juan, que moriría antes de reinar, quedando como sucesora Juana de Castilla (apodada por sus detractores como “Juana la Loca”). Y también aquí se celebraría la boda real del hijo de Juana, Carlos I, con su prima Isabel de Portugal.
Los jardines fueron refugio para uno de los miembros de la Generación del 27, Miguel Hernández, en los que logró ocultarse durante su marcha al exilio ya durante la dictadura franquista, siendo finalmente apresado en Portugal, y muriendo en prisión por las malas condiciones y la falta de atención médica.
Estos jardines y patios, son otro espectáculo y dignos de perderse en ellos. Y fueron inspiración para numerosos escritores de la citada Generación del 27 (nombre que toman de su reunión ese año en Sevilla). Uno de ellos, el sevillano Luis Cernuda evoca la sensación de estar allí en su poema Jardín Antiguo “donde las almas viejas flotan”, “sueño de un dios sin tiempo”.



Gastroconsejo: no nos podemos olvidar del dulce. Entre los postres típicos destacan las torrijas (típicas de Semana Santa) que son rebanadas de pan con leche, huevo, azúcar, canela y naranja. También las tortas de aceite, que son tortas de trigo con aceite, azúcar, anís y sésamo, y de las que la marca Inés Rosales posee la denominación de Especialidad Tradicional Garantizada. O los pestiños, que se elaboran con masa de harina frita y pasada por miel.

Por la tarde, decidimos cruzar el río para visitar el barrio de Triana mediante un Free Tour. El nombre de la población procede de la colonia romana fundada por el emperador Trajano, y actualmente es un barrio con estilo propio, lleno de patios, y donde poder visitar varias capillas de cofradías en las que se encuentran los pasos con las imágenes religiosas que se sacan en procesión en Semana Santa. De Triana partieron muchos trotamundos en el primer viaje a América. Y es en este barrio donde según muchos estudios (no hay una sola teoría) nace el Flamenco, cuyo nombre procede de los cantos que los ciudadanos le dedicaron a Carlos I durante su boda. Estos cantos fueron descritos como “lo que se le canta al Flamenco” (ya que Carlos I nació en Flandes, y se le aplicaba el gentilicio de su lugar de procedencia), para terminar denominándose “Cante Flamenco”. Aunque a lo largo de más de cinco siglos este género musical y cultural ha variado mucho, en su origen se aprecia la influencia de los romances cantados castellanos y la música hebrea; la impronta de la estructura y resonancia de los cantos árabes de llamada a la oración; así como mucho aporte de cultura gitana, con numerosas referencias en las canciones a la herrería y la fragua, siendo este un gremio trabajado principalmente por el pueblo gitano en la Andalucía medieval.

Tras un paseo donde no puede faltar la pintoresca Plaza del Altozano, dejamos el barrio cruzando el Guadalquivir por el característico Puente de Triana, para encontrarnos con un curioso elemento de la Sevilla moderna, una estructura inspirada en las bóvedas de la catedral, pero que por su aspecto ha recibido el nombre de “las setas de Sevilla”. Es la construcción en madera más grande del mundo, y ofrece varios niveles con pasarelas que sirven de mirador, así como un espectáculo de color con su iluminación nocturna.
Gastroconsejo: tanto en la feria como en la noche sevillana, hay que probar el rebujito, una bebida típica de Andalucía que se logra al mezclar vino fino o manzanilla con un refresco carbonatado normalmente cítrico (que suele ser sabor lima-limón).
Consejo práctico: volver a la plaza de Triunfo por la noche para ver la zona iluminada, no tiene desperdicio.
Terminamos así nuestro viaje por Sevilla, ya que al día siguiente pusimos rumbo a Madrid, pudiendo decir ahora sí a ciencia cierta que tal y como dice la canción “Sevilla tiene un color especial”.
Esperamos veros pronto con muchos viajes y mucha historia.
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